La cocina ecuatoriana es la expresión de la vida, es una fiesta de color, son aromas y sabores tan diversos que reflejan el bagaje cultural del país y también la enorme versatilidad que existe entre tradiciones e historia. Como su gente, la comida ecuatoriana es criolla, nace de la mezcla de dos componentes: la tradición indígena y las costumbres europeas viniendo con estas los ritmos y sabores africanos.
“En el Ecuador, la tradición culinaria es la huella de los pueblos fundidos en la memoria del pasado y es el ritmo de su gente en lo cotidiano” (Ximena Jurado Llosa)
Son las montañas y los volcanes de los Andes la columna vertebral de un país en el que sus valles fértiles permiten la producción de una diversidad muy amplia de hortalizas, cereales y tubérculos. Exuberante es la vegetación en la Amazonia con su variedad de nueces y raíces que dan un toque mágico y exótico a las viandas de la región. El archipiélago de Galápagos y el océano Pacífico son el velo fértil del perfil costanero, encontrando en sus aguas una diversidad de especies marinas y en la tierra una variedad de frutas y hortalizas como los plátanos, la yuca, el coco y el chontaduro.
La comida del Ecuador es simple de preparación y compleja por la diversidad de sus productos; su sabor auténtico y tradicional lleva muy poca especeria. Típico es el uso del ishpingo, clavo de olor y del ají que vienen de la tradición indígena, la pimienta y el comino de la francesa. Se usa productos poco refinados como el azúcar panela, o las semillas de achiote para dar color y buen sabor a las preparaciones.
Dentro de la cultura indígena, la producción y el consumo del maíz, reflejan su idiosincrasia; es el hijo del sol. Su uso en múltiples preparaciones junto a la papa, yuca, mellocos, frijoles, habas, variedades de plátanos, verde, maduro o maqueño conforman las guarniciones principales de nuestra gastronomía.
Las sopas son las reinas de los potajes ecuatorianos: hay locros, biches, sancochos y caldos, pueden ser de papa, de maíz, de cebada, de quinua, de plátano verde o de yuca. Todas las sopas son cocidas con paciencia para calentar al cuerpo en el frío de los Andes o fortalecerlo en el calor de la costa. Los cebiches son platos frescos que refrescan en la Costa, mezclando pescados, mariscos y moluscos con cebollas tomate, limón y cilantro. A lo largo y ancho del país se encuentran pailas siempre calientes para las frituras de carnes de res y cerdo como la fritada y otros guisos; así mismo los hornos tradicionales de barro están prestos a preparar el hornado.Los secos de borrego o chivo acompañan en las festividades junto a las humitas, tamales, bollos y hayacas, que son preparaciones de maíz o de plátano rellenas, envueltos y cocidos en hojas de maíz, achira o de plátano. Los dulces son manjares de los golosos, bocaditos de leche y panela con coco como las cocadas, o bien masas de trigo y maíz como los quimbolitos, buñuelos y prístiños.
Los aromas dulces, ácidos y amargos que acompañan en el trayecto por las diversas regiones del país son los de las frutas, las más exóticas y variadas: la guayaba, el babaco, chamburo y chihualcan, todos parientes andinos de las papayas; el mango, los higos, la maracuyá, el capulí o el coco que aportan un sabor único a distintas coladas y postres. 
En el Ecuador el sincretismo religioso ha permeado en las tradiciones ancestrales transformando las festividades más características en donde el acto de fe se muestra en el agradecimiento de la cosecha y de la lluvia. La comida es parte del ritual, son potajes familiares y de ofrenda, son comilonas populares.
El carnaval ecuatoriano andino se viste de frutas y de flores y las preparaciones de cerdo y de maíz mote son los protagonistas de una festividad colorida.
La Semana Santa viene con una preparación culinaria única en el mundo, la Fanesca es una sopa que lleva bacalao y 12 distintos granos, aparte una serie de guarniciones ornamentales como empanadas, maduro frito, huevo. Se dice es una representación de Jesús y sus Discípulos.
De origen andino el Inti Raymi es la celebración del solsticio de verano en donde junto a bailes y rituales religiosos la comida tiene una nota de ofrenda. Al celebrar los días del sol recto cuando la sombra desaparece, en la cúspide de los rituales se bebe la chicha de maíz de jora, una bebida fermentada un tanto alcohólica.
Para el Día de los Difuntos la gastronomía sabe a monte y a frutas, se prepara la Colada Morada, una bebida dulce a base de maíz morado, su olor y color provienen de las diversas frutas e infusiones de flores y hierbas aromáticas junto a especias como el clavo de olor, pimienta dulce y el ishpingo (la canela amazonica). A esta característica colada se le acompaña con una serie de figuras humanas o de animales de masa lampreada, llevan el nombre de “guaguas de pan”.
En las calles de día y de noche se vive una cultura de la comida callejera o la comida de paso; que devienen de la merienda o el cucayo, este último el tradicional acompañante para las largas jornadas de camino o trabajo especialmente en el campo, y que es parte propia de la cultura ancestral ecuatoriana.
Somos dueños de una gastronomía que está despertando al mundo, es diversa, rica y multicultural como nuestro país. De raíz indígena y española los vocablos gastronómicos son varios, rudos unos y melódicos los otros, como el mote pata, el cuy asado, los tamales, buñuelos, encocados, ceviches, fritadas, chuchucas, sancochos, locros, tripa mishqui, secos, aguados, tamales, dulces y coladas.
Berlin, en abril 2014
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